Al finalizar el siglo pasado todo pareció indicar que con él terminaba la bipolaridad ideológica del mundo y que un modelo social y económico se había impuesto como paradigma globalizante y como ideal hacia el cual debían dirigirse los esfuerzos de los países de menor desarrollo económico para superar sus problemas y alcanzar finalmente el estado de satisfacción a sus crónicas carencias. La nueva ideología del desarrollo humano prometía que, de seguir estos países las recetas mágicas del mercado y la globalización, el mundo encontraría la solución a todos sus problemas.
Casi veinte años después de la aplicación escrupulosa y casi obligatoria de las recetas de la felicidad, el mundo se encuentra en una situación diferente: aun lejos de la solución a sus problemas crónicos, con nuevos problemas adicionales y con crisis globales de energía, recursos hídricos y calentamiento global.
Hoy, todo parece indicar que la ideología del desarrollismo era un mito basado en una falsa premisa: que el mundo y los recursos naturales eran infinitos e inagotables. La realidad de las crisis globales señala en esa dirección, sin embargo el mito aun persiste como un meta relato de comprensión absoluta de la realidad, al margen de las verdades inconvenientes del calentamiento global, de las curvas de agotamiento del petróleo y de los 1200 millones de humanos sin agua segura.
La visión del futuro basada en que el destino de los países pobres era el de llegar a ser algún día como los países ricos siempre fue irreal, porque simplemente los recursos naturales del planeta no alcanzarían para sostener en todo el mundo los niveles de consumo y desperdicio de las sociedades opulentas, paradigma del desarrollo.
La percepción, cada vez más clara, de una realidad de tintes catastróficos, convierte la toma de decisiones en un imperativo de urgencia. Es necesario actuar antes que sea demasiado tarde y ese accionar deberá estar enmarcado en una percepción, lo más clara posible, de la realidad actual y de la valoración de escenarios de solución posibles, los cuales lamentablemente no son muchos.
Asumiendo que la ideología del desarrollismo no está basada en premisas erróneas, que fuese posible controlar las crisis globales y que los recursos naturales fuesen suficientes para sostener procesos de desarrollo a nivel mundial sólo quedaría la tarea de profundizar el modelo. Esto implicaría que las regiones, que como Latinoamérica aplicaron con la mayor devoción las recetas propuestas, debieran redoblar sus esfuerzos por convertirse en sociedades de mercado, olvidando los fracasos y las grandes masas de desposeídos que presionan desde la base de la pirámide social por una vida más digna. Nada hace suponer que estas regiones deseen repetir las dolorosas experiencias del pasado cercano y menos aun profundizar en ellas. Sin embargo, tampoco existen razones que permitan prever un cambio de paradigma, el mito aún está intacto y seguirá así en la medida en que los países desarrollados no decidan cambiar sus modelos de consumo y los países menos ricos continúen deseándolos para sí.
El nivel de desarrollo actual de la tecnología, derivado de la alianza de la ciencia con el mercado, tiene un nivel de impacto tan alto en el imaginario social que hace suponer que la tecnología puede ser una solución inmediata a las crisis. Nuevos materiales milagrosos, tecnologías maravillosas y formulas sorprendentes parecen estas siempre a la vuelta de la esquina para dar solución a los problemas de la humanidad. Siempre y cuando se pueda pagar el precio de mercado de estos ingenios. Pero la crisis del agua, particularmente, es poco sensible a la tecnología y en este campo el único avance que podría tener un impacto inmediato sobre los estados críticos actuales sería el descubrimiento de una fuente de energía limpia, barata e inagotable.
Hasta mientras esto no suceda, las crisis se agudizarán en forma sostenida. De suceder, convendría recordar las palabras de Albert Einstein sobre la energía nuclear: “El mundo que hemos creado como resultado de un nivel de pensamiento, ha generado problemas que no podemos resolver con ese mismo nivel de pensamiento. Para que la humanidad pueda sobrevivir, necesitaremos una manera substancialmente nueva de pensar y aprender”.
WASA-GN
Editoriales -Anteriores:
1º Sobre mitos y realidades
2º Crisis del Agua
3º El Agua como Argumento Educativo
4º Reflexiones del Agua
5° Agua como derecho humano
6° Nuevo Consenso: por un mundo habitable para todos
7° Día Mundial del Patrimonio Hidráulico
8° El precio del Agua